Marcada por el trauma de ver su cuento de hadas convertido en pesadilla, Diana ha buscado refugio en la bulimia y la auto mutilación. Sin sensacionalizar los problemas de Diana, Larraín se imagina el fin de semana de navidad, dónde la princesa debe tomar la decisión más difícil de su vida: será posible escapar de la familia real?
Desde el inicio “Spencer” nos convierte en cómplices, Larraín explica muy poco confiando en que nosotros fuimos parte de la cultura de consumo que hizo a Diana un producto extraordinario. Leímos los tabloides que revelaban sus intimidades, hablábamos de su vida y la juzgamos como si se tratase de una persona cercana, comentábamos sobre las relaciones que mantuvo después de su divorcio, y aún hoy continuamos la tradición repitiendo el patrón con sus hijos.
La Diana de “Spencer” no es santa, ni mártir, es más bien humana. Esto se debe no solamente a la dirección sensible de Larraín, sino también al extraordinario trabajo de Stewart. La actriz, que en un momento fue motivo de burla por su trabajo en las cintas de la saga “Crepúsculo”, se ha convertido en una de las intérpretes más aventureras de su generación. En trabajos como “Las nubes de Sils María” y “Personal Shopper” del director Olivier Assayas, “Café Society” de Woody Allen y “Certain Women” de Kelly Reichardt ha mostrado una sensibilidad incomparable.
Más que eso, al igual que a Diana, la cámara está enamorada de Stewart. La actriz conoce muy bien lo que es ser acechada por los paparazzi y ver su vida personal plasmada en portadas de revistas a nivel mundial. Es claro al verla en “Spencer” que tiene una gran empatía por su personale, ya que la entiende por completo.