CRÓNICA FILMIN

Prisionera Real

Cortesía Neon

Por Jose Solís

 

El 2 de mayo de 1536, Ana Bolena, Reina de Inglaterra fue arrestada bajo los cargos de adulterio y traición contra la corona, en este caso representada por su esposo, el Rey Enrique VIII de Inglaterra. Viéndose inútil al tratar de montar una defensa – ¿Cómo ganarle a la monarquía? – Bolena fue ejecutada dos semanas después, con sus últimas palabras encomendándose a Dios y rogando por su alma.

 

Bolena pasó sus últimos días en la Torre de Londres, en el mismo aposento dónde apenas tres años antes se había preparado para su boda. En “Spencer”, director chileno Pablo Larraín juega con la ironía de un palacio convertido en prisión para darle forma a su fábula trágica enfocada en la Princesa Diana de Gales, protagonizada por una gloriosa Kristen Stewart.

 

Casi 500 años después que Ana Bolena viera a su esposo convertido en su peor enemigo, nos encontramos con una Diana que en 1991, con apenas 30 años de edad, se ha convertido en la mujer más famosa del mundo. La prensa la acecha constantemente, cada una de sus acciones es motivo de escándalo y controversia, mientras que la joven princesa pasa por una de las etapas más difíciles de su vida. Se ha dado cuenta que su esposo, el Príncipe Carlos (Jack Farthing), la engaña con Camilla Parker Bowles (Emma Darwall-Smith) y les ha comprado las mismas perlas a ambas. Además sabe que no es la predilecta en la familia real, ya qué constantemente le recuerdan de lo inadecuada que es para ser la futura reina.

Cortesía Neon

Marcada por el trauma de ver su cuento de hadas convertido en pesadilla, Diana ha buscado refugio en la bulimia y la auto mutilación. Sin sensacionalizar los problemas de Diana, Larraín se imagina el fin de semana de navidad, dónde la princesa debe tomar la decisión más difícil de su vida: será posible escapar de la familia real?

 

Desde el inicio “Spencer” nos convierte en cómplices, Larraín explica muy poco confiando en que nosotros fuimos parte de la cultura de consumo que hizo a Diana un producto extraordinario. Leímos los tabloides que revelaban sus intimidades, hablábamos de su vida y la juzgamos como si se tratase de una persona cercana, comentábamos sobre las relaciones que mantuvo después de su divorcio, y aún hoy continuamos la tradición repitiendo el patrón con sus hijos.

 

La Diana de “Spencer” no es santa, ni mártir, es más bien humana. Esto se debe no solamente a la dirección sensible de Larraín, sino también al extraordinario trabajo de Stewart. La actriz, que en un momento fue motivo de burla por su trabajo en las cintas de la saga “Crepúsculo”, se ha convertido en una de las intérpretes más aventureras de su generación. En trabajos como “Las nubes de Sils María” y “Personal Shopper” del director Olivier Assayas, “Café Society” de Woody Allen y “Certain Women” de Kelly Reichardt ha mostrado una sensibilidad incomparable.

 

Más que eso, al igual que a Diana, la cámara está enamorada de Stewart. La actriz conoce muy bien lo que es ser acechada por los paparazzi y ver su vida personal plasmada en portadas de revistas a nivel mundial. Es claro al verla en “Spencer” que tiene una gran empatía por su personale, ya que la entiende por completo.

Cortesía Neon

Stewart no solamente hace suyos los gestos y susurros de Diana, sino también su espíritu. En una memorable escena en donde la princesa posa para un grupo de fotógrafos que rodean la iglesia dónde han celebrado la misa de navidad, vemos la dicotomía entre sus ojos, que buscan una ruta de escape y su sútil sonrisa, ya que tiene prohibido mostrar sus sentimientos reales.

 

Durante la mayor parte de la película Diana aparece sola, en constante búsqueda de alguien sincero que quiera escucharla y conocerla de verdad. En una de las escenas más tiernas la vemos conversando con un faisán al que piropea por su hermoso plumaje. En las manos de una actriz menos capaz, la escena se hubiese convertido en una parodia de princesa de Disney, con Stewart es extremadamente conmovedora.

 

De igual forma, las escenas en las que vemos a Diana con sus hijos nos muestran una madre dedicada y convencida que debe rescatarlos de las obligaciones ridículas de sus títulos, a pesar de que sabe que no podrá. La Diana de “Spencer” no sabe que casi dos décadas después de su muerte, su hijo menor Enrique (protagonizado en la cinta por el pequeño Freddie Spry) renunció a sus obligaciones reales para hacer una vida nueva con su esposa, la Duquesa de Sussex Meghan Markle, de esta forma evitando terminar como su famosa madre.

 

De nuevo, nuestro conocimiento de lo que acontecería en el futuro hace de “Spencer” un film devastador, la última escena nos muestra a una Diana soñadora y esperanzada, que logra sobrevivir un fin de semana infernal y se reencuentra con los pequeños placeres que la hacen feliz. Es imposible no agradecer a Larraín y Stewart por regalarle esta felicidad, aunque sea en la ficción.

*Las opiniones y contenidos aquí emitidos corresponden al crítico José Solís y no reflejan la postura, misión y visión del Museo para la Identidad Nacional.

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