CRÓNICA FILMIN

De James Bond y sus demonios

Crédito: Nicola Dove © 2020 DANJAQ, LLC AND MGM. TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS.

Por Jose Solís.

La última vez que vimos a James Bond (Daniel Craig), conducía su Aston Martin DB5 en busca de un nuevo futuro junto a Madeleine Swann (Léa Seydoux), la seductora y sensible psiquiatra que se adueña de su corazón al final de la cinta “Spectre” del director Sam Mendes. Seis años después el espía más famoso del cine, regresa en “Sin tiempo para morir” (“No Time to Die”) con un nuevo director, Cary Joji Fukunaga, pero equipado de sus neurosis, problemas y némesis predilectos.

 

De muchas maneras, la secuencia final de “Spectre” contiene las semillas de todos los secretos y giros que florecen en “Sin tiempo para morir”, pero no es necesario ser un experto en Bond para anticiparlos. Basta saber que hay elementos que no varían de película a película, la chica Bond siempre es distinta, los villanos se vuelven más siniestros, las locaciones son cada vez más exóticas y los créditos siempre incluirán una canción interpretada por un artista de moda (la lánguida Billie Eilish en esta ocasión).

 

Gracias a esto resulta sorprendente ver que Swann reaparece desde la primera escena de “Sin tiempo para morir”. Conocemos más sobre su pasado en un flashback, antes de verla en el presente viviendo un idílico romance junto a Bond. La situación cambia rápidamente y el espía al creerse traicionado por su amante, la sube en un tren y le avisa que es la última vez que ser verán. Claramente, esto no será así, ya que tanto “Spectre” como “Morir” plantean la siguiente interrogante: ¿La posibilidad de la felicidad existirá para James?

 

Durante más de 50 años, James Bond ha definido la esencia del héroe solitario, casi como un vaquero vestido por los mejores sastres de Savile Row. Su único escape se encuentra en sus amoríos pasajeros, saberse un experto en el arte de la supervivencia y sus martinis. 

 

Pero al tener una secuela directa de “Spectre”, Fukunaga quien escribió el guión junto a Neal Purvis, Robert Wade y la brillante Phoebe Waller-Bridge de “Fleabag”, nos deja saber que en ésta ocasión la aventura quedó incompleta, dándole a Craig, en su última participación como Bond, la oportunidad de atar cabos, aniquilar amenazas y lo más aterrorizante: soñar con un futuro distinto.

 

Habiéndose jubilado de MI6, Bond es llamado por el peligro casi como por el canto de una sirena cuando es contactado por su aliado estadounidense Felix Leiter (Jeffrey Wright, maravilloso) quién le hace saber que un notorio científico creador de un arma aniquiladora, ha sido secuestrado. Preocupado por el destino de la humanidad, Bond decide acudir al rescate y dejar su paraíso privado en Jamaica (dónde fue filmada “Dr. No” la primera película oficial de Bond) para viajar a Cuba (donde conoce a Paloma, interpretada por Ana de Armas que nos deja ver tintes de lo que será su futura interpretación como Marilyn Monroe en “Blonde”), Londres, Noruega y otros destinos, en dónde las secuencias de acción y explosiones están a la orden del día.

 

Vale decir que no es necesario dar muchos detalles sobre la trama de “Sin tiempo para morir”, no por qué sea importante evitar “spoilers”, sino por que resultan casi carentes de importancia, cuando Fukunaga ha creado una verdadera sinfonía constituida por eventos dramáticos que por más extraordinarios, nunca resultan inverosímiles.

 

Es quizás este el mayor legado del Bond de Craig, un actor que se ha permitido envejecer frente a nuestros ojos. Al igual que un personaje de Clint Eastwood, las arrugas que comienzan a aparecer en su rostro se han convertido en valles donde las lágrimas no son permitidas, pero cuyo efecto devastador resulta innegable.

 

Junto a Craig, los directores Martin Campbell, Mendes y ahora Fukunaga, han logrado contar la historia de un espía derrotado, decepcionado, a quién le han robado todo excepto el deseo de venganza. Es casi un antihéroe no análogo al Batman de Christopher Nolan, sino a los hombres de Martin Scorsese.

 

Hablando de Nolan, esta vez el villano es interpretado por Rami Malek, quién recurre a la manía de los actores jóvenes de reducir sus personajes a una serie de tics, acentos extraños y maquillaje que los hacen perder su atractivo. Copias menos refinadas del Heath Ledger que causó impacto en “El caballero oscuro” (“The Dark Knight”) de Nolan en el 2008.

 

Sin embargo el histrionismo de Malek no es suficiente para robarse el show del estoicismo y pragmatismo de Craig, quien revela lados oscuros de Bond que brillan por lo profundo que el actor explora las inconsistencias e ideologías del espía que si amó.

 

En “Sin tiempo para morir” los fans de la franquicia de Bond serán recompensados con “easter eggs” abundantes, incluyendo la canción utilizada en los créditos del final que cierra un ciclo en el arco dramático que sin lugar a dudas hace de la serie a cargo de Craig completamente inolvidable. Mucha suerte a quien le siga.

*Las opiniones y contenidos aquí emitidos corresponden al crítico José Solís y no reflejan la postura, misión y visión del Museo para la Identidad Nacional.

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