“El escudo de la patria” por Teresita Fortín (1977)
Continuando con nuestro camino hacia el bicentenario, la pieza de esta semana fue elaborada por la icónica Teresita Fortín, primer gran mujer pintora de nuestra historia, quien entre sus temas de reflexión creó una serie de obras que reflejan no solo su interés por la historia de nuestro país sino también realidades que incluso hoy siguen existiendo. En esta pieza Fortín nos presenta al escudo nacional de Honduras, uno que forma directamente parte de un paisaje dividido por un caudaloso río. Del lado izquierdo nos encontramos con un espacio que nos muestra a nuestra tierra tal y como el escudo la representa: hermosa y rica en su belleza natural, con frondosos pinos, una cornucopia repleta de flores y frutos donde al frente de la composición una madre y su hija caminan en tranquilidad y un par de hombre toman un descanso de su labor para saludar a los vecinos de la porción derecha donde la realidad es completamente diferente: los árboles arden en llamas que provienen de una guerra que se lucha al fondo de la composición, donde encontramos una ciudad cubierta por humo, su cornucopia se encuentra vacía y notamos a un habitante que con melancolía observa sentado toda esa destrucción. Ambas realidades coexisten y habitan el mismo espacio, al reflexionar describiremos que esta brillante obra no nos muestra a dos Honduras diferentes sino la complejidad de nuestra historia, una que constantemente se mueve entre la belleza innegable de nuestro país y nuestra gente y el constante conflicto que cubre nuestra cotidianidad.