Siendo esta primera semana de agosto considerada en Honduras como la semana de la familia, el día de hoy les presentamos una obra hecha por el padre de la pintura moderna coreana Lee Jung-seob. En esta pieza nos encontramos ante uno de los muchos retratos que el artista hizo de él y su familia, quienes escaparían hacia Japón luego de explotar la Guerra de Corea y la muerte del primer hijo del matrimonio, solo reencontrándose de nuevo años más tarde. En la obra nos vemos envueltos en un rito de jovial danza y unión, el artista y el resto de su familia giran alegremente en una desnudez pura que brinda mayor intimidad al momento. Lee Jung-seob intentó curar su soledad realizando obras como estas, que planteaban una idealización de la vida familiar que nunca tuvo o pudo brindar, todo en paraísos de cálido colorido que muestran el anhelo del artista por poder alcanzar una felicidad que nunca verdaderamente llegó. Su historia de vida y las circunstancias históricas que enfrentó le separaron de dicho anhelo, por lo que con su propia mano dio vida a sus sueños de felicidad. Este y todos los retratos que él creó son un ejemplo y testimonio de lo efímera que es la vida, que las personas que amamos pueden marcharse en cualquier momento, que los sueños de unión con quien queremos en nuestras vidas deben ser realizados cuando esas personas se encuentran cercanas y presentes.