Cuentan Por Ahí

Mausoleo de Santos Soto

¿Te has preguntado sobre la enorme y bella construcción en uno de los rincones del cementerio general?

 

Esta bella construcción es el Mausoleo de Santos Soto, quien en vida fué un comerciante, banquero, industrial y político muy reconocido en su época. Ha sido uno de los hombres más ricos de Honduras. Joven y emprendedor fundó la primera librería en Tegucigalpa. Con dicha acción la Alcaldía de Tegucigalpa le condecoró como Benemérito de la Instrucción Pública.

 

Santos Soto es el fundador del Banco Centroamericano siendo sus socios el colombiano Francisco Sarmiento y el hondureño Ignacio Agurcia Midence. Seguidamente Soto, es socio mayoritario con 400 mil Pesos del Banco de Honduras y además con su fotografía ilustró el billete de Diez Lempiras, que elaboraba el mismo banco. 

 

 

Santos Soto murió en la ciudad de San Salvador, El Salvador, en el año 1932. Sus restos descansan en el Cementerio General de Comayagüela, MDC.

 

Cuentan por ahí, que en vida, el se levantaba cada mañana a dar un recorrido por sus jardines, le gustaba fumar tabaco importado y junto al café disfrutaba el ir venir de las personas. Doña Reina, habitante del barrio el Berrinche en Comayagüela, trabaja en el cementerio general junto a su esposo Herminio, siendo un trabajo heredado por generaciones.

 

Nos comentaba que desde muy pequeña, ella trabajaba con su familia, vendía flores con su madre y su hermano limpiaba tumbas con su padre. Todas las mañanas y tardes, ella les llevaba el desayuno y almuerzo a donde sea que ellos estuvieran laborando, siempre recorría el inmenso cementerio sin poder omitir pasar de cerca o de lejos por el Mausoleo en el cual lo recuerda con un dulce aroma a café y un fragante olor a tabaco.

 

Nos comenta que nunca sintió miedo pero que siempre disfrutaba de la presencia que ahí sentida, como si ella fuera bien recibida. 

 

Ahora siendo una mujer mayor de 76 años, aun mantiene el negocio de la florería y junto a su esposo e hijos siguen trabajando en el campo santo, confesándonos que de vez en cuando visita el Mausoleo con la intención de disfrutar un poco de su paz aromática que ahí siempre ha percibido. 

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